
Una transformación silenciosa comenzó a modificar el panorama demográfico y social en varios países. La práctica de abortar fetos femeninos por preferencia de género disminuyó drásticamente en las últimas décadas. Según The Economist, el número de niñas “faltantes” al nacer, que alcanzó cifras alarmantes a principios de este siglo, descendió a niveles históricamente bajos. Al mismo tiempo, en ciertas regiones emerge una tendencia inesperada: la preferencia por tener hijas.
Este giro en las actitudes parentales afecta a países como China, India, Corea del Sur, Japón, Estados Unidos y varias naciones escandinavas, y plantea nuevas preguntas sobre el futuro de la igualdad de género y las dinámicas familiares.
Reducción de abortos selectivos y equilibrio de género
El fenómeno de los abortos selectivos por sexo se expandió a finales de los años ochenta con la popularización de las ecografías asequibles, provocando un desequilibrio demográfico sin precedentes. Padres que deseaban hijos varones, en muchos casos sin intención de tener familias numerosas, comenzaron a interrumpir embarazos de fetos femeninos de forma sistemática.
De acuerdo con los datos citados por The Economist, en el año 2000 el número global de niñas “faltantes” alcanzó los 1,6 millones. Para 2025, esta cifra se redujo a alrededor de 200.000, y continúa bajando. La proporción natural de nacimientos es de 105 niños por cada 100 niñas, debido a una mayor mortalidad infantil masculina, lo que equilibra la población en edad reproductiva.

Causas tradicionales de la preferencia por varones
La preferencia por varones se sustentaba en creencias culturales profundamente arraigadas. En numerosas sociedades asiáticas se consideraba que los hombres tenían un mayor valor social y económico. Además, se esperaba que las hijas se integraran a la familia del esposo, mientras que los hijos varones serían responsables del cuidado de los padres.
Estas creencias, aunque persistentes, muestran signos de debilitamiento. Los especialistas atribuyen esta transformación a factores como la expansión educativa, la urbanización y la creciente participación femenina en ámbitos públicos y laborales. La disminución de los abortos selectivos se interpreta como un síntoma de que estas tradiciones comienzan a perder vigencia.
Consecuencias sociales del desequilibrio de género
El impacto del desequilibrio de género fue profundo. En China, millones de hombres solteros, conocidos como “ramas secas”, enfrentaron frustración social y emocional. Según estadísticas citadas por The Economist, esta situación contribuyó al aumento de la violencia y a políticas de seguridad más autoritarias.
Una investigación en seis países asiáticos asoció el desequilibrio sexual con el aumento de violaciones. Otros estudios vincularon el exceso de varones en China con el auge del crimen violento. También se identificó un mayor riesgo de conflictos civiles en contextos donde los hombres superaban significativamente a las mujeres.

Preferencia por hijas y los nuevos patrones
En paralelo al declive de la preferencia por varones, algunos países registran una incipiente inclinación hacia las hijas. Aunque más suave y sin efectos demográficos visibles por ahora, esta tendencia se refleja en encuestas y patrones de fertilidad.
En Japón, parejas que planean tener un solo hijo muestran una clara preferencia por niñas. En Estados Unidos y Escandinavia, los datos indican que las parejas suelen intentar tener más hijos si los primeros son varones, lo que sugiere un deseo de tener al menos una hija.
En casos de adopción, las niñas suelen tener mayor demanda. Mientras que las técnicas de fertilización in vitro y selección de sexo, cuando están legalmente disponibles, evidencian una mayor inclinación por hijas.

Preocupaciones sobre el futuro de los niños varones
Las razones de esta nueva tendencia son múltiples. Algunas personas consideran que las niñas son más “fáciles de criar” o aprecian valores que asocian con lo femenino. En ciertos contextos, se asume que las hijas cuidarán a sus padres en la vejez, invirtiendo así roles tradicionales.
Al mismo tiempo, el informe señaló que esta preferencia podría reflejar una preocupación creciente por el bienestar y futuro de los niños varones. Actualmente, el 93% de la población carcelaria mundial es masculina. En países desarrollados, los varones están quedando rezagados en educación: el 54% de las mujeres jóvenes posee un título universitario, frente a 41% de los hombres jóvenes.
Frente a esta situación, los gobiernos comienzan a proponer medidas de apoyo específicas, como retrasar un año la entrada escolar de los varones, promover la presencia de maestros hombres en niveles iniciales y fomentar la formación en sectores tradicionalmente femeninos.

Perspectivas a futuro y nuevos desafíos sociales
El desarrollo tecnológico podría brindar más herramientas a las familias para elegir el sexo de sus hijos. Actualmente, los tratamientos de fertilidad permiten seleccionar espermatozoides con cromosomas X o identificar el sexo del embrión mediante pruebas genéticas. Aunque estas técnicas siguen siendo costosas y poco frecuentes, es probable que se abaraten con el tiempo.
Además, las pruebas de sangre durante las primeras semanas del embarazo ya permiten conocer el sexo del embrión, facilitando decisiones reproductivas tempranas. Según The Economist, si estas tecnologías se masifican, podría generarse un nuevo tipo de desequilibrio, esta vez con exceso de mujeres.
La caída de los abortos selectivos de niñas es una señal positiva, pero que las nuevas preferencias de género traen consigo retos sociales distintos, cuya magnitud y naturaleza todavía son inciertas.
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