
Se ha convertido en un gesto casi automático: suena la alarma, la apagamos aún con los ojos casi cerrados y, en lugar de volver a dejar el móvil en su sitio y levantarnos para comenzar el día, desbloqueamos la pantalla y empezamos a revisar notificaciones y redes sociales. Es nuestra primera acción nada más despertarnos.
El teléfono móvil ha pasado a ser casi como una extensión de nuestro brazo, ya que lo llevamos a todas partes y es un accesorio que utilizamos para casi todas nuestras tareas diarias. Por ello, es a lo primero que recurrimos cuando comienza un nuevo día.
Este hábito, que puede parecer inofensivo, tiene implicaciones profundas tanto desde el punto de vista psicológico como fisiológico, puesto que determina en gran medida cómo serán nuestras siguientes horas. La manera en la que nos despertamos es clave en el resto del día.
Sus efectos en la salud
Empezar el día con el móvil tiene consecuencias que van más allá del simple cansancio visual. En primer lugar, puede generar una mayor ansiedad, especialmente si se consultan noticias negativas, mensajes urgentes o tareas pendientes justo al despertar, ya que esto puede aumentar los niveles de cortisol (la hormona del estrés), preparando al cuerpo para la acción de forma prematura y dañina.
De la misma manera, puede afectar al estado de ánimo, ya que las redes sociales fomentan la comparación constante y pueden generarse emociones como la frustración o la baja autoestima desde primera hora del día.

También se interrumpen las rutinas saludables, como el desayuno, el ejercicio o la higiene matutina, que pueden eliminarse o postergarse en nuestro horario. Esto es una consecuencia frecuencia de caer en el scroll infinito nada más abrir los ojos. Además, mirar el móvil nada más despertar está relacionado con un peor descanso nocturno, ya que refuerza una relación poco saludable con la tecnología también antes de dormir.
Sobre los efectos nocivos que tiene esta práctica en la salud se ha investigado bastante en los últimos años, por lo que los expertos en la actualidad recomiendan, por ejemplo, establecer una “zona libre de pantallas” durante los primeros 20 a 30 minutos tras despertar y realizar actividades que favorezcan una transición mental más saludable: meditar, escribir un diario, hacer estiramientos, escuchar música tranquila o simplemente tomar un desayuno consciente.
Sin embargo, ¿qué revela el hecho de mirar el móvil nada más despertarse de las personas que lo hacen? Quienes caen en esta práctica cuentan con unos rasgos en su personalidad que la psicología ha estudiado, como destaca la plataforma de educación en salud CuídatePlus.
Rasgos de la personalidad de las personas que revisan el móvil al despertarse
La necesidad de mirar el móvil en cuanto suena la alarma o incluso antes forma parte de lo que algunos psicólogos denominan hiperconectividad matutina. Según diversos estudios, este impulso responde a una combinación de factores psicológicos: la ansiedad por no estar informados (FOMO o fear of missing out), la necesidad de control, y la búsqueda de dopamina. De esta manera, hay un componente de impulsividad, porque resulta difícil resistirse a obtener esa información, y de dependencia
También revela que la persona cuenta con altos niveles de estrés que funcionan en espiral: la ansiedad por conocer lo que ocurre nos lleva a querer estar constantemente informados, aumentando aún más el nerviosismo.
Las personas que revisan el teléfono móvil nada más despertarse también refleja una falta de límites o de incapacidad de cumplir estos: puede haber un desconocimiento de que es una práctica poco saludable o, aún sabiéndolo, no poder prescindir de esa acción, tal y como explica la psicóloga Laura Fuster en CuídatePlus.
Además, hay un deseo de validación que se relaciona con la dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer: el cerebro asocia el móvil con recompensa inmediata y por eso se busca incluso antes de lavarnos la cara. Sin embargo, esta recompensa es engañosa porque refuerza la necesidad de mirar el móvil continuamente, reduce nuestra tolerancia a la espera y afecta a nuestra capacidad de concentración a lo largo del día. Por tanto, se relaciona también con la procrastinación, la baja autoestima y la dificultar para priorizar.
La necesidad constante de revisar el móvil, incluso siendo lo primero que se hace al abrir los ojos, se impone como una barrera para mantenerse conectado con lo verdaderamente importante, para aprender a establecer límites y para cuidar la salud desde el primer minuto del día.
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