
Abril estuvo marcado por una elevada volatilidad tanto a nivel internacional como local, lo que obliga a revisar las carteras de inversión y ajustarlas al nuevo escenario.
En los mercados globales, el anuncio del Liberation Day el 2 de abril –cuando el expresidente estadounidense Donald Trump presentó un esquema de aranceles recíprocos– generó un pico inusual de tensión. La caída del S&P 500 fue una de las más rápidas de la historia reciente en términos de magnitud: el índice llegó a perder casi 15% en tres ruedas.
Uno de los elementos más disruptivos fue que los bonos del Tesoro de Estados Unidos, tradicional refugio en tiempos de incertidumbre, también retrocedieron junto con las acciones. El 9 de abril, en un aparente reconocimiento del impacto generado, Trump anunció una pausa de 90 días en su política arancelaria, manteniendo un gravamen del 10% para todos los países, salvo China, con quien el conflicto arancelario escaló hasta alcanzar una tasa del 145 por ciento.
En el nuevo contexto global, el mercado adoptó una estrategia más agresiva para la cartera internacional en Cedear
Desde entonces, la administración republicana busca transmitir señales de distensión y avanza en acuerdos comerciales con los principales socios estratégicos. El tono con China también se moderó, lo que trajo alivio a los mercados bursátiles y de deuda, que comenzaron abril bajo fuerte presión.
En ese nuevo contexto global, el mercado adoptó una estrategia más agresiva para la cartera internacional en Cedear. La exposición al ETF SPY volvió al 40%. Además, se seleccionaron acciones de grandes tecnológicas como Google, Meta, Nvidia y ExxonMobil (XOM), asignando un 7,5% a cada una, y se mantuvo un 30% en IEUR, que replica el comportamiento bursátil europeo.
Reconfiguración local
En el plano local, la volatilidad tampoco dio respiro. A la incertidumbre global se sumó la tensión asociada al acuerdo en negociación con el Fondo Monetario Internacional para acumular reservas, y las expectativas por los efectos de la eliminación de las restricciones cambiarias para personas físicas, permitiendo un proceso genuino de formación del precio del dólar. El tipo de cambio se estabilizó muy por debajo del Contado con Liquidación (CCL).

Desde entonces, el Banco Central se mantuvo al margen del mercado, permitiendo que el tipo de cambio flotara dentro de bandas más amplias de lo que se preveía. La reacción del mercado fue positiva: el riesgo país bajó 218 puntos básicos, las acciones en dólares ganaron 23% y las tasas de interés en pesos a un año cayeron de 48% a 34% nominal anual.
No obstante, persisten dudas sobre el frente externo. El riesgo país aún se ubica por encima de los niveles de enero. Si el gobierno planea reabrir el acceso a los mercados internacionales de deuda, la prima de riesgo debería perforar los 500 puntos básicos. De lograrse, los bonos en dólares podrían registrar importantes subas de precio.
La reacción del mercado fue positiva: el riesgo país bajó 218 puntos básicos, las acciones en dólares ganaron 23% y las tasas de interés en pesos a un año cayeron de 48% a 34% nominal anual
Con un Banco Central que cuenta con reservas suficientes para defender el techo de la banda cambiaria, y un Ejecutivo que señala su intención de llevar el tipo de cambio hacia el piso de esa franja, las estrategias de carry trade ganan atractivo en términos de riesgo-retorno.
Frente a este nuevo escenario, se incrementó la exposición a bonos en pesos hasta el 30% de la cartera, con foco en el TTM26 (bono dual con vencimiento en marzo de 2026), que paga una tasa equivalente al promedio de la TAMAR (referencia para depósitos mayoristas) con un rendimiento mínimo garantizado del 30% anual.
También se concentró el 15% de la posición en bonos soberanos en dólares en la parte larga de la curva –con foco en los GD35 y GD41–, apuntando a capturar la eventual compresión del riesgo país. Estos instrumentos ofrecen retornos del orden del 35% anual si la prima de riesgo vuelve a los niveles de 2017.
La cartera mantuvo un 30% en acciones y Cedear locales, con especial atención a los sectores energético y bancario.
Finalmente, ante el renovado interés de varias provincias por acceder al financiamiento internacional, se asignó el 25% restante a bonos provinciales. Entre las emisiones seleccionadas se encuentran el Mendoza 2029, Córdoba 2027 y Buenos Aires 2037.
El autor es Research Asset Management de Portfolio Personal Inversiones (PPI)
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