El emotivo momento en que se cerraron las puertas de ingreso a las salas de embarque del antiguo aeropuerto Jorge Chávez

En la madrugada del domingo 1 de junio, exactamente a las 11:59 p. m., un minuto antes de la medianoche, se vivió un momento histórico en la aviación peruana: el cierre rotundo del antiguo terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. El acto simbólico marcó el final de una etapa en la memoria colectiva de millones de peruanos que transitaron por sus pasillos durante más de seis décadas. Trabajadores, pasajeros y vecinos se congregaron para presenciar la despedida del icónico espacio, que ahora da paso a un nuevo terminal más moderno y de mayor capacidad.

Minutos después de las doce, los trabajadores del aeropuerto cerraron las puertas de ingreso a las salas de embarque por última vez. “Estos quince días han sido de mucha emoción, porque estamos dejando este lugar que nos ha abierto las puertas”, expresó Maciel Serna, trabajadora del terminal desde hace nueve años.

Para ella, el traslado a las nuevas instalaciones además de significar un cambio de espacio, también es una ampliación de oportunidades laborales: “Antes tenía 50 trabajadores por turno, ahora serán 100”, es decir, el doble.

Los últimos vuelos en despegar fueron el LPE2478 con destino a Los Ángeles y el LAN523 rumbo a Santiago de Chile, mientras que el último en aterrizar fue el LPE2233, procedente de Iquitos. Estos vuelos marcaron el cierre definitivo de un espacio que fue testigo del desarrollo del Perú, de muchas despedidas y reencuentros, de sueños que despegaron y de millones de historias personales.

La jornada terminó con un acto simbólico cargado de significado: el apagado progresivo de las luces del terminal, sellando así el final de una infraestructura que acompañó al país durante generaciones. Esta acción de cierre dio paso a la fase de inicio de operaciones integrales del nuevo terminal de pasajeros, que desde ahora se convierte en el centro exclusivo de todas las operaciones nacionales e internacionales.

Como parte de esta transición, se programó un apagón aeronáutico de 12 horas —desde la 1:00 a. m. hasta la 1:00 p. m. del domingo— durante el cual se restringieron los vuelos de despegue y aterrizaje para facilitar la migración operativa y tecnológica hacia el nuevo terminal.

Desde temprano, decenas de personas acudieron a la puerta peatonal de la avenida Elmer Faucett, algunos para tomarse una última foto, otros simplemente para recordar. La nostalgia se apoderó de muchos trabajadores y ciudadanos que consideraban al Jorge Chávez como un segundo hogar. “Con mucha tristeza, pero todo cambio es bueno”, dijo una vecina mientras observaba cómo las luces del viejo aeropuerto se apagaban para siempre.

El cierre fue acompañado por gestos de reconocimiento: abrazos, aplausos, lágrimas y relatos de quienes vieron en el aeropuerto más que una infraestructura de tránsito. Fue el escenario de despedidas familiares, reencuentros llenos de emoción y el punto de partida hacia nuevas etapas de vida, recuerdan.

Con una inversión superior a los 2.000 millones de dólares, el nuevo aeropuerto Jorge Chávez promete modernizar la experiencia de viaje. Con 270 mil metros cuadrados y 46 puertas de embarque, el nuevo terminal está preparado para recibir hasta 40 millones de pasajeros anuales y se proyecta como uno de los más importantes de América Latina.

El acceso ahora será por la avenida Morales Duárez, donde se han implementado rampas, zonas de embarque en el tercer nivel y estacionamientos diferenciados para corta y larga estadía.

A las 8:00 a. m. del 1 de junio, se abrieron por primera vez las puertas del nuevo terminal, iniciando oficialmente una nueva era en la aviación peruana.

Sin embargo, desde este inicio de operaciones del nuevo terminal, los usuarios reportaron una serie de inconvenientes que generaron un rotundo malestar. Largas filas de vehículos en los accesos, demoras en la entrega de equipajes, y tarifas elevadas en los servicios de taxi son algunos de los reclamos principales.

Recuerdos que quedan

Entre los testimonios recogidos durante el cierre, destaca el de una mujer que inició su vida laboral en el aeropuerto como promotora de boletos. Otros ciudadanos compartieron cómo fue el lugar donde despidieron a sus hijos que emigraban o donde recibieron a seres queridos tras largos viajes. Muchos coinciden en que la cercanía y accesibilidad del terminal antiguo serán difíciles de igualar.

Aunque se trata de un cambio estructural, el impacto es profundamente humano. “Para mí, fue el inicio de todo. Aquí aprendí, crecí, trabajé. Hoy lo dejo con gratitud”, dijo un trabajador visiblemente conmovido.

El antiguo terminal no será demolido, sino reacondicionado como un centro de servicios complementarios, con funciones logísticas, administrativas y comerciales, integrándose al nuevo ecosistema aeroportuario. De esta manera, continuará siendo útil al país desde una nueva función.

“El antiguo terminal del aeropuerto Jorge Chávez conectó al Perú con el mundo durante seis décadas. Hoy cerramos una etapa y damos paso a una infraestructura moderna que fortalece nuestra conectividad, competitividad y desarrollo”, afirmó el ministro de Transportes y Comunicaciones, César Sandoval.

Así, mientras el país da la bienvenida a una nueva infraestructura, también honra la historia de un espacio que marcó generaciones y dejó una huella imborrable en el corazón de los peruanos.